Una mente rodea el borde de la costa, desnuda, con las ideas al viento & la esperanza aflorando a cada paso que hunde en la arena, el mundo la observa, extrañada, desentendida con su historia, con su alma que flota encima de su cabeza expuesta a los ojos del cielo, de los juzgadores, de los renegados & estrechos de pensamiento. Surca un sendero entre las rocas en un acantilado & disfruta de la espuma del mar salado mientras divertidos peces de colores asombran la imaginación inminente.
La arena diminuta & seca se incrusta entre sus pies, entre sus ideales antigüos, obsoletos, destruidos por bombas atómicas de asesinos en serie, de parcas severas & mal olientes pero luego aparece la brisa pegajosa, que se adhiere a su cuerpo & a su cabello ondeante como si fuera parte de sí, como sí hubiera permanecido allí, días, noches, eternamente. Aguardando a que las ocurrencias aparecieran escritas en tinta como tatuajes exhibicionistas, para robarselos como si fueran el botín de un pirata. Aquella mente, dispuesta a demostrar todo lo que tiene a exponerse al mundo & a la sociedad de minorías, también siente el calor, nota el cálido sol en sus hombros, en sus manos, sofocándola, quemándola & destrozandola, envolviéndola en absortos disparates que la llevan a la demencia. Finalmente, detalla a las demás mentes despojadas de sus ropas, esparcidas por la playa, recibiendo una cantidad inmensa de sol, de estupor incandecente. Allí cuando nada puede aparecer, nada puede arreglar el momento; tropieza con una concha colorida, proveniente del profundo & sabio océano. De allí provienen de manera asombrosa las ventizcas del invierno & aclaran dulcemente la tarde agotadora. La mente regresa a la razón & se viste. Oculta la mayor parte a los ojos del mundo & de vez en cuando se puede ver por ahí, cargando su alma a cuestas & enseñando su cuerpo tatuado de libertad.
La arena diminuta & seca se incrusta entre sus pies, entre sus ideales antigüos, obsoletos, destruidos por bombas atómicas de asesinos en serie, de parcas severas & mal olientes pero luego aparece la brisa pegajosa, que se adhiere a su cuerpo & a su cabello ondeante como si fuera parte de sí, como sí hubiera permanecido allí, días, noches, eternamente. Aguardando a que las ocurrencias aparecieran escritas en tinta como tatuajes exhibicionistas, para robarselos como si fueran el botín de un pirata. Aquella mente, dispuesta a demostrar todo lo que tiene a exponerse al mundo & a la sociedad de minorías, también siente el calor, nota el cálido sol en sus hombros, en sus manos, sofocándola, quemándola & destrozandola, envolviéndola en absortos disparates que la llevan a la demencia. Finalmente, detalla a las demás mentes despojadas de sus ropas, esparcidas por la playa, recibiendo una cantidad inmensa de sol, de estupor incandecente. Allí cuando nada puede aparecer, nada puede arreglar el momento; tropieza con una concha colorida, proveniente del profundo & sabio océano. De allí provienen de manera asombrosa las ventizcas del invierno & aclaran dulcemente la tarde agotadora. La mente regresa a la razón & se viste. Oculta la mayor parte a los ojos del mundo & de vez en cuando se puede ver por ahí, cargando su alma a cuestas & enseñando su cuerpo tatuado de libertad.
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Escaparates de la luna