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Mi arcoiris. Nuestro.

Inesperadamente, y de una manera asombrosa aparece aquel maravilloso arcoiris en la ventana de la habitación, es increible creer que aquello pueda ocurrir.

Queriendo capturar la imagen y la hermosa luz que proyecta, me acerco con un cristal y te veo, allí, fuera, con esa sonrisa picara que guardas para momentos impredescibles. Solo me queda cerrar los ojos y rodearme de tus brazos aunque se encuentren aun a una pequeña distancia, todo porque no hay nada que valga más que tenerte allí, en ese instante.

En el suelo una gran lata de metal, un charco de agua, y elevandose hacia lo alto, una gama de colores incandescentes, todos y únicamente nuestros.

Pequeños detalles, acompañados de chocolatosos encuentros.

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