El dulce nectar de una azucena en la mañana,
rodeado por el rocío matutino del nuevo díay la sonrisa valerosa de un picaflor hambriento.
El aleteo frecuente de sus alas tricolor,
y el leve sonido de succión de su pico
siendo atravesado por el delicioso balsamo,
el aire puro recorriendo su alegre rostro
y tú, mi querida margarita,
pavoneandote con tus alas piel
y tus ojos coquetos puestos al mañana.
Tú, mi valiente y sonriente amiga.
Tú, un simple sueño en la mañana
con un leve rayo de esperanza.
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Escaparates de la luna