Se ensombrecio la mirada atenta del sol invernal,
mientras aquella diminuta mujer narraba la triste historia de su vida.
Todo lo habia perdido, las llamas habian consumido lo poco que le pertenecia,
estaba sola, en un mundo desvanecido, difuso. Sus cosas habian pasado
de pertenecerle, a ser de la nada, dueña de las manos ajenas y aterradoras que vigilan las
noches sin luna, como monstruos del closet, como figuras sin forma, seres escurridizos,
sin piedad, vacios.
La sangre se derramaba en su humilde pueblo, los conquistadores
irracionales querian adueñarse de aquel paraiso que le rodeaba. Su esposo, en medio de la
desesperación absurda intento rescatarla de las fauces del león hambriento, de la llamarada
imparable, pero sus fuerzas no fueron lo suficientemente habiles, perecio en el intento. Fusilado
por las languidas manos de la violencia, por la absurda incoherencia de los muertos vivientes, regreso a ser parte de la tierra de la que alguna vez provino. Sin entierros, sin ceremonias, fue entregado al más allá del que tanto escucho hablar, dejandola sola, aunque ese no fuera su deseo.
Ahora, lastimosamente he de decirlo, ella divaga por las avenidas oscuras buscando una mano, ofrecida por pocos, arreglando una forma de vida en una edad avanzada, regresando a ser la niña debil pero ahora desprotegida que alguna vez, en algun tiempo lejano, llego a ser.
mientras aquella diminuta mujer narraba la triste historia de su vida.
Todo lo habia perdido, las llamas habian consumido lo poco que le pertenecia,
estaba sola, en un mundo desvanecido, difuso. Sus cosas habian pasado
de pertenecerle, a ser de la nada, dueña de las manos ajenas y aterradoras que vigilan las
noches sin luna, como monstruos del closet, como figuras sin forma, seres escurridizos,
sin piedad, vacios.
La sangre se derramaba en su humilde pueblo, los conquistadores
irracionales querian adueñarse de aquel paraiso que le rodeaba. Su esposo, en medio de la
desesperación absurda intento rescatarla de las fauces del león hambriento, de la llamarada
imparable, pero sus fuerzas no fueron lo suficientemente habiles, perecio en el intento. Fusilado
por las languidas manos de la violencia, por la absurda incoherencia de los muertos vivientes, regreso a ser parte de la tierra de la que alguna vez provino. Sin entierros, sin ceremonias, fue entregado al más allá del que tanto escucho hablar, dejandola sola, aunque ese no fuera su deseo.
Ahora, lastimosamente he de decirlo, ella divaga por las avenidas oscuras buscando una mano, ofrecida por pocos, arreglando una forma de vida en una edad avanzada, regresando a ser la niña debil pero ahora desprotegida que alguna vez, en algun tiempo lejano, llego a ser.
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Escaparates de la luna