El mar en un cuadro arrebatado de la arena se despoja de su sal, de su fuente de vida, de su esencia, necesita ver el rio unos dias, rozar con el borde de sus olas las orillas de su desembocadura, de su dulzura intensa y envenenada por la osadía humana, alejarse del cielo azul en el fin del mundo, donde el mar se une con la inmensa nube y desaparecer en ella mientras la costa se lleva los restos en la arena, quizás la luna no sea redonda, tal vez, la Tierra sea cuadrada, pero es seguro que cuando el mar regrese de su travesía milenaria, no olvidara que la sal, siempre fue suya, aunque a veces deba decirlo sin eco.