Te vi,
aquella mañana gris
con el báculo en la mano,
las esperanzas alicatadas al hombro
jactadas de caminar atientas entre las sombras,
con la mirada perdida en un pasado
ajeno a la existencia de los hombres.
Nunca fuiste viejo,
pero siempre razonaste como uno.
Con la terquedad a flor de piel y los ojos aguados
de añorar el alma.
aquella mañana gris
con el báculo en la mano,
las esperanzas alicatadas al hombro
jactadas de caminar atientas entre las sombras,
con la mirada perdida en un pasado
ajeno a la existencia de los hombres.
Nunca fuiste viejo,
pero siempre razonaste como uno.
Con la terquedad a flor de piel y los ojos aguados
de añorar el alma.
palabras que llevan para alante y para atrás, moviéndose en una vida desconocidad con solo unos matices simples.
ResponderEliminarhe leido tu poema cinco veces,
ResponderEliminarhay algo muy bueno en el, que no consigo descifrar.
un saludo.
Creo que describes muy bien la búsqueda, el anhelo de un solitario...
ResponderEliminarBuenas noches.