―Volveme a contar lo que decía Carlos una vez más.
―Bueno, bueno. Te lo volveré a leer. Él decía:
"Dulce y ácida como la fresa,
Ruda y tierna como una rosa,
Agresiva y encantadora como solo tú sabes serlo.
Sin mencionar tu impecable rostro y tu curvilíneo
cuerpo.
O estoy loco o enamorado,
Porque para yo llegar a esto ni inspirado lo alcanzo.
Qué más da si no lees esto
Dejaré que el propio viento te lleve mi recado."
―
¿Vos porque no me escribís esas cosas?
―Porque vos sos un escrito.
Comentarios
Publicar un comentario
Escaparates de la luna