Ellos hablan de la muerte como una salida, y yo los veo y sufro, con el dolor que siente una hija de un militar de palestina cuando ve partir su padre hacia la guerra. Ellos en realidad no son tan viejos, van a mitad de un camino, en donde la familia ya esta hecha y todo el estudio base se ha culminado, más no comprendo como pueden sentarse a beber de la charca. Se oye el rumor entre los abedules de que uno de los viejos saco un balde a mitad de la noche, corrio con el cuesta abajo tanto como pudo, y cuando la respiración empezó a fallarle, se sentó en una gran piedra que se hallaba a mitad del sendero, cuchillo en mano más silencio.
El buhó ululaba a mitad de la cantera, mientras un fetido roedor se acercaba a beber a grandes tragos del pequeño balde púrpura. Una tras otra caían las pesadas gotas dentro del contenedor. Solo una mano dijo y luego perdio el conocimiento. Sí, el viejo llevaba sus ideas acuestas y las culminaba. Siempre a lo lejos, se oía el rumor de una niña que buscaba a gritos bajo la luz de la luna, al viejo que ella haría regresar.
El buhó ululaba a mitad de la cantera, mientras un fetido roedor se acercaba a beber a grandes tragos del pequeño balde púrpura. Una tras otra caían las pesadas gotas dentro del contenedor. Solo una mano dijo y luego perdio el conocimiento. Sí, el viejo llevaba sus ideas acuestas y las culminaba. Siempre a lo lejos, se oía el rumor de una niña que buscaba a gritos bajo la luz de la luna, al viejo que ella haría regresar.
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Escaparates de la luna