Hace un tiempo, cuando los hombres dejaron sus pieles falsas y se convirtieron en lagartos pudieron asomar sus rostros dentro del agua, descubriendo que había una cantidad menor de aire a la de la superficie, y se fastidiaron. Con el tiempo muchos volvieron a dejar su piel y la cambiaron por plumas, dejando que sus alas rozaran el océano. Un día de esos cualquiera, uno se topó con un derrame de petroleo y quedo atrapado en su propio invento. Por lo cual, una vez más decidieron cambiar de piel, con tan mala suerte que la perdieron, y se convirtieron en microorganismos. Inconformes como siempre, obviaron su nueva existencia, ya era inútil intentar cambiar, la piel nunca sería tan flexible.
Tras el alféizar de la luna radiante....