Si bien he obtenido una historia y unas cuantas risas, he terminado con la respiración bulliciosa que deja entrever un poco la ansiedad que aún guarda mi cuerpo. Se ha bajado conmigo y me ha amenazado de muerte con un tono tan irreal que me ha dejado interesada en su persona. Con el temor intentando colarse bajo mis huesos me he bajado como en cualquier otra ocasión, con los ojos distraídos y la sonrisa amplia. Mientras tanto el se ha ido cantando parque abajo sus desventuras y yo, como si nada he subido los escalones de dos en dos, como en otras épocas para escribir esto, para completar la historia.