Regresar a ese cuarto de hotel, deshacer las maletas y correr por el prado mientras tus ojos juegan a esquivarme. Llenar la canasta de quesos y vino mientras acampamos bajo la luz de la luna al son de tu guitarra y mis letras. Embrujarme con el olor de la vida. Recorrer en silencio una oscuridad desconocida. Volver al hotel, compartirte mis sueños y uno que otro secreto ansioso. Si, aquel cuarto de hotel que como el café de Soco le hacía pensar en tiempos memorables.
Tras el alféizar de la luna radiante....