Es sencillo pasar horas
escuchando el ruido, escuchando nuestras propias voces y lamentándonos o alabándonos
por nuestros logros y fracasos pero ¿Cuán fácil es recurrir al silencio?
Cuantas horas al día escuchamos aparatos eléctricos que parecen tener las
mismas voces, los mismos contenidos y concluir con las mismas oraciones. ¿A
dónde vamos? Me pregunto.
Cada vez que tomas el autobús, el
tren o quizás cada vez que te subes a tu bicicleta llevas en mente un destino,
un lugar al que debes llegar a un tiempo y hora indicados y si tomas la calle o
ruta equivocada pasas las peores dos, cuatro u ocho horas de tu vida buscando
la forma de regresar, de reparar los daños pero ¿Alguna vez lo has disfrutado?
Tengo veinte años y unos cuantos
meses que pasan volando y traen consigo un año más, y después de horas y horas
atravesando ciudades, barrios y pueblos aún no logro descifrar algunas cuantas
cosas sobre lo que me rodea. El sonido del viento parece decir cosas que suelo
olvidar, el confort de un lugar me hace permanecer demasiado tiempo en las
mismas actividades, el sonido de ciertas voces me hace olvidar la existencia de
otras aún desconocidas, mis propias manos suelen acostumbrarse y olvidan sentir
de vez en cuando, mi boca come pero no degusta, mi cerebro piensa pero olvida y
mi voz, mis ojos y mis oídos escuchan, hablan y ven “con detalle” pero son
selectivos y a veces demasiado estereotipados.
¿Cómo podemos descifrar el
universo? Me pregunto, y me doy cuenta que no existe un cómo sino una secuencia
separada de letras que tienen un sonido familiar. C ó m o o
C
C
Ó
M
O
No importa, es igual de
complicado y poderoso quizás es cuestión de silenciarse, de vetarse de
cualquier forma de movimiento, de cualquier intento de idea que se nos acerque
mientras lo desciframos c – o – m – o, sí; un domingo puede ser capturado por
un cómo sin necesidad de que perdamos
la cabeza por yacer un par de horas bajo el cielo que ya no miramos. Listo, vamos avanzando, pero vamos llegando al
universo… U-
N-
I-
V-
E- R- S- O.
Ahora sí que hemos perdido la
cabeza. Quizás nos tome la vida, o quizás solo necesitemos una máquina del
tiempo. Sí, lo has escuchado bien: una máquina del tiempo. ¿Qué para qué? Pues para
que vuelvas a tirarte sin pensarlo sobre la tierra, para que hables con tus
vecinos sin tener que pensarlo dos veces, para que la frase “Ahora no tengo
tiempo” no exista, para que no existan peros ni clases sociales, para que las
cosas no se definan por religiones ni por mártires, para que un partido pueda
terminar con una reunión muy grande de celebración y un “nos vemos en la
próxima”, para que las peleas no duren toda la vida, para que el “dinero” no
sea algo que nos falta o nos sobra, para que una tarde viendo las
nubes sea más entretenida que Doctor Who o
la telenovela del momento. Así podemos descubrir el U N I V E R SO, único y
contenedor de varios. Tan fácil como despertar cada mañana y recordar que nada
te pertenece y que todo puede desaparecer en una pestañeada.
Así que salgan y caminen como
turistas del universo cada mañana,
ya saben Cómo.
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Escaparates de la luna