Amanece y me viene a la mente la primera vez que vi tu piel desnuda sobre las sábanas. Recuerdo tus mejillas sonrojadas, tus manos inquietas y nerviosas, tus labios sedientos y mi timidez inquebrantable. ¡Cómo jugamos a escondernos en la oscuridad de la noche! ¡Cómo aprendimos a reconocernos tan bien!
Tras el alféizar de la luna radiante....