Es cierto - decía María- Las espinas se te clavan en la piel y terminan brotando desde tus entrañas. Más la realidad no era ni ligeramente cercana, o eso decían las flores. Por que cuando las raíces empezaban a brotar tenías de dos colores: Dejarlas echar raíces y cuidarlas, o dejar que crezcan con hierbajos y maleza hasta convertirte en cardo.
Tras el alféizar de la luna radiante....