Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como ella

Ojos entre las cuevas

Tan rojizas como la sanguina eran las manchas en la selva. Tan lúgubres y tan grandes como el odio que le tienen algunos hacia lo que les parece irrelevante. Decían que eran humanos, pero yo solo vi maquinas. que acorralaban animales primero en pequeñas casas, luego en grandes edificios. Poco a poco, todo se homogenizaba y la selva cada vez más vacía se llenaba de mascaras, hechas de recuerdos vagos de historias lejanas. Solo queda una incipiente ilusión sembraba bajo un cesped postizo. Espero no estar aquí para cuando el telón caiga. Y esta luna al igual que lo demás, desaparecerá entre la chatarra, de lo que las grandes máquinas denominan: correo basura.

La sangre de Mona Lisa

El silencio tenue hace crujir los rincones de una habitación de hotel. Un hotel de "pecados", infame, entregado al veneno de los placeres mundanos, al vacío de espíritu y a la sociedad del deseo. La terraza se halla fría a la  espera, rodeada del canto mortuorio de un grupo prehistorico, de tiempos anteriores al mundo, de objetivos olvidados. Ella, se posa angelicalmente en uno de los altos peldaños que cercan el ultimo piso de aquel hotelucho.. El aire  chocando contra su rostro hela sus huesos y le reseca los ojos, los labios y sus lágrimas. Ella es una chica de semaforos, un mimo sin hogar que pinta maquillaje en su rostro para cubrir los moretones de la vida. vida que se desvanece. La luna la observa desde lo alto,taciturna.. aguardando el siguiente paso. La actriz del teatro del mundo observa al público de esa noche: dos gatos extraviados y unos cuantos murcielagos que revolotean a su alrededor ¡Que escena tan conmovedora para un poema de baudelaire! ¡Que galardón

Mi arcoiris. Nuestro.

Inesperadamente, y de una manera asombrosa aparece aquel maravilloso arcoiris en la ventana de la habitación, es increible creer que aquello pueda ocurrir. Queriendo capturar la imagen y la hermosa luz que proyecta, me acerco con un cristal y te veo, allí, fuera, con esa sonrisa picara que guardas para momentos impredescibles. Solo me queda cerrar los ojos y rodearme de tus brazos aunque se encuentren aun a una pequeña distancia, todo porque no hay nada que valga más que tenerte allí, en ese instante. En el suelo una gran lata de metal, un charco de agua, y elevandose hacia lo alto, una gama de colores incandescentes, todos y únicamente nuestros. Pequeños detalles, acompañados de chocolatosos encuentros.

Ella

Su conciencia admite lo que sus actos no hacen, su rostro oculta la luz del día que en la noche renace, su voz guarda un misterio encasillado, sus ojos mienten y el escrito acalla, su sonrisa inventa un día nuevo y la luna corre alba a mostrar otro misterio. Canitas 7/08/10