Tan rojizas como la sanguina
eran las manchas en la selva.
Tan lúgubres y tan grandes
como el odio que le tienen algunos
hacia lo que les parece irrelevante.
Decían que eran humanos,
pero yo solo vi maquinas.
que acorralaban animales
primero en pequeñas casas,
luego en grandes edificios.
Poco a poco,
todo se homogenizaba
y la selva cada vez más vacía
se llenaba de mascaras,
hechas de recuerdos vagos
de historias lejanas.
Solo queda una incipiente ilusión
sembraba bajo un cesped postizo.
Espero no estar aquí para cuando
el telón caiga.
Y esta luna al igual que lo demás,
desaparecerá entre la chatarra,
de lo que las grandes máquinas
denominan: correo basura.
eran las manchas en la selva.
Tan lúgubres y tan grandes
como el odio que le tienen algunos
hacia lo que les parece irrelevante.
Decían que eran humanos,
pero yo solo vi maquinas.
que acorralaban animales
primero en pequeñas casas,
luego en grandes edificios.
Poco a poco,
todo se homogenizaba
y la selva cada vez más vacía
se llenaba de mascaras,
hechas de recuerdos vagos
de historias lejanas.
Solo queda una incipiente ilusión
sembraba bajo un cesped postizo.
Espero no estar aquí para cuando
el telón caiga.
Y esta luna al igual que lo demás,
desaparecerá entre la chatarra,
de lo que las grandes máquinas
denominan: correo basura.
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Escaparates de la luna