Una mano se desliza suavemente sobre el terciopelo, denota sus irregularidades, sus vaivenes, es una experta en conocer mientras los ojos, influenciados por la mente, no la corrijan. Tropieza con sedán, calido, suave, quizás dulce. Surca lugares boscozos y se da cuenta que la fibra ataca sus sensores, sus pliegues. Diría que el sedán le recuerda a casa y la musica de fondo le avisa que ha encontrado donde habitar, esta vez.
Tras el alféizar de la luna radiante....