En el rincón más alejado de la estancia, una niña se pregunta cuántos pelos puede contener la piel de un conejo. En otra habitación un poco más estrecha que la anterior, un pequeño niño de dientes grandes y separados le susurra a su mano derecha que por favor no lo lleve más a la oscuridad o lo sacaran de la casa.
Finalmente al fondo a la izquierda, justo al lado del baño más amplio de la humilde cabaña yace un conejo, es largo y café, tiene patas largas y ojos verdes. Le gustan los trajes azules y usar corbatín rojo, anda descalzo y se pone sombrero de copa. Bebe vino caliente con galletas y le canta a la luna cuando su corazón enloquecido lo necesita.
Fuera todo está tranquilo, solo se escuchan los ligeros pasos de las enfermeras sobre la moqueta.
Un minicuento infantil, lleno de encanto.
ResponderEliminarBesitos