“Aquella sonrisa borró el sol de la tarde, su lágrima contigua lastimo a la dulce y gélida noche. La inerte tierra te sonrió con los brazos abiertos, mientras el resto del mundo interrumpía sus ocupaciones para dedicarte su atención. La fecha de vencimiento estaba en su punto de inicio e interrumpiste el proceso para avanzar más rápido hacia aquel destino absurdo que querías afrontar, el camino era largo, todos lo sabían pero esa no era la forma de llegar. Fue tan mala tu suerte, que el destino te giro la ruleta hacia otro número y tus planes fueron frustrados.
Tu vida era distinta, aunque no supieras ni el significado de esta. Paso a paso, te acomodaste a la cálida oscuridad de la tarde y hallaste una pregunta embotellada. La guardaste y la espera, y la curiosidad, ganaron. La tomaste como si fuera a resquebrajarse en un instante o tal vez a desaparecer, subiste la delgada e inestable tapa que la cubría y observaste como las palabras brotaban como fuegos artificiales por toda la costa. Finalmente se vació el tarro, y en el fondo de aquella miserable botellita quedó una pregunta decidida a obtener respuesta. ¿Me conoces?
Las lágrimas emergieron de tus ojos explosivamente, y la ruleta volvió a dar un giro, los números variaron y el destino se abrió paso a un sendero diferente, a algo más profundo, por fin el cielo te dedicaba toda su atención, y la mariposa del estanque había dejado de escuchar tus gritos ahogados, ahora solo el silencio y la tranquilidad te regresaban las respuestas.”
Hay decisiones en la vida que marcan al mundo en algún momento incauto y tal vez lejano. Hasta el más simple y mísero suceso repercute en la historia presente, futura y pasada. Cada día brinda una sonrisa diferente y un dolor distinto, y cada hora las respuestas a estos varían. Solo hay una persona destinada para algunas preguntas y solo ellos obtienen la respuesta, su “eslabón perdido”
Tu vida era distinta, aunque no supieras ni el significado de esta. Paso a paso, te acomodaste a la cálida oscuridad de la tarde y hallaste una pregunta embotellada. La guardaste y la espera, y la curiosidad, ganaron. La tomaste como si fuera a resquebrajarse en un instante o tal vez a desaparecer, subiste la delgada e inestable tapa que la cubría y observaste como las palabras brotaban como fuegos artificiales por toda la costa. Finalmente se vació el tarro, y en el fondo de aquella miserable botellita quedó una pregunta decidida a obtener respuesta. ¿Me conoces?
Las lágrimas emergieron de tus ojos explosivamente, y la ruleta volvió a dar un giro, los números variaron y el destino se abrió paso a un sendero diferente, a algo más profundo, por fin el cielo te dedicaba toda su atención, y la mariposa del estanque había dejado de escuchar tus gritos ahogados, ahora solo el silencio y la tranquilidad te regresaban las respuestas.”
Hay decisiones en la vida que marcan al mundo en algún momento incauto y tal vez lejano. Hasta el más simple y mísero suceso repercute en la historia presente, futura y pasada. Cada día brinda una sonrisa diferente y un dolor distinto, y cada hora las respuestas a estos varían. Solo hay una persona destinada para algunas preguntas y solo ellos obtienen la respuesta, su “eslabón perdido”
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Escaparates de la luna