
Regresaste a mi memoria,
endulzaste el cafe espeso y oscuro que ocupaba la taza del olvido.
Nada como algo caliente para entibiar el alma.
El vapor del liquido hirviente lleno el espacio mientras una conversación fluia en la mitad de la noche y el silencio irrumpia para robar una bocanada de aire.
Dos cucharadas de azucar,
una taza de agua,
1 cucharadita de cafe,
y un ingrediente secreto.
Esa era la receta que arrastro el viento a la ventana,
mientras el recuerdo aún flotaba en una burbuja.
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Escaparates de la luna