Me encontré a la muerte una mañana
en que deje la cama
para abrirle las puertas de mi casa.
Le vi a los ojos
y la descubrí eternamente helada
no tenía mirada que me atemorizara
ni ojos ni boca
que me reclamaran
ni piernas ni manos
que me capturaran
solo un manto eterno
que me observaba.
Hipnotizada le sentía a ella
por la vida que me conformaba
le sonreí distante y me aleje sin pena
a quitar el café que pronto
se esparciría en la acera.
en que deje la cama
para abrirle las puertas de mi casa.
Le vi a los ojos
y la descubrí eternamente helada
no tenía mirada que me atemorizara
ni ojos ni boca
que me reclamaran
ni piernas ni manos
que me capturaran
solo un manto eterno
que me observaba.
Hipnotizada le sentía a ella
por la vida que me conformaba
le sonreí distante y me aleje sin pena
a quitar el café que pronto
se esparciría en la acera.
Mirar con naturalidad la muerte, sonreirle tal vez...
ResponderEliminarAsí debe ser.
Otro beso.