El sol
como un pez plateado
relucía entre las rítmicas olas
de la represa.
Era tal el ruido que producía
al unirse con el agua
que los navegantes
tuvieron que arrullarlo,
y el cielo se volvió rojizo
y las garzas volaron.
De repente
un silencio solemne
hizo que todos los observadores
nos detuviesemos a mirarlo.
El gran astro
recogió uno a uno
sus largos rayos de luz
mientras la mano
de un Dios acuático
lo acunaba entre los nenúfares.
como un pez plateado
relucía entre las rítmicas olas
de la represa.
Era tal el ruido que producía
al unirse con el agua
que los navegantes
tuvieron que arrullarlo,
y el cielo se volvió rojizo
y las garzas volaron.
De repente
un silencio solemne
hizo que todos los observadores
nos detuviesemos a mirarlo.
El gran astro
recogió uno a uno
sus largos rayos de luz
mientras la mano
de un Dios acuático
lo acunaba entre los nenúfares.
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Escaparates de la luna